jueves, 5 de julio de 2012

Capítulo 2


CAPÍTULO 2.

SEGUNDO DÍA DE VERANO 22-06-2012

(Narra Marie)

-Joder, el primer viernes y ya llego tarde.- dije poniéndome la camiseta del uniforme a todo correr.

Si quería quedarme en la casa sola, al menos, los gastos mínimos me los tenía que pagar yo. No imaginaba como había tenido la suerte de que me contrataran en el restaurante del albergue del pueblo.

¡Bien!, pasé mi tarjeta por el lector justo cuando este marcaba las 10. Uf.

-Hola Marie.- me saludó el jefe.
-Buenos días.- conteste aún sofocada por la carrera.
-En unos 20 minutos llegará el pedido de los congelados.-miró su reloj.- colócalo todo y ya sabes como tienes que preparar las mesas.
-Sí, claro.- dije sonriendo.- no se preocupe.

El jefe se fue y en los 20 minutos que tenía hasta que llegara el pedido preparé el lavavajillas.


(Narra Liam)

-¿Y porqué no podemos comer aquí?, ¿para qué habéis alquilado la casa entonces?.- dije cambiando canales desde el sofá.
-Hijo, que soso puedes llegar a ser. Es sábado, vamos a comer fuera.
-Lo dices como si este pueblo fuera enorme.- ironicé.
-No te quejes más y vamos.- me apremió mi padre.
-Uff.

Llegamos a lo que parecía ser un albergue y para mi asombro había bastante gente. Cogimos una mesa algo apartada y esperamos a que alguien viniera a atendernos.

-¿Qué vas a querer, Liam?.- preguntó mi padre. Levanté la vista del móvil y le eché un vistazo a la carta.
-Hmmm, yo que sé... pasta y una coca cola.
-¿Y tu cariño?.- se dirigió esta vez a mi madre.
-La merluza parece tener buena pinta.
-¿Qué han decidido?.- dijo uno de los camareros.

Mi padre dio el pedido y el camarero se marcó rapidamente.


-¿Han pedido ustedes esto?.- esa voz.

Me giré rapidamente para comprobarlo con la mala suerte de darme en el brazo con la bandeja que la chica traia. Todo un vaso de agua helada me cayó por la camiseta, dejé el móvil en la mesa y me levanté para no llegar a mojar también el pantalón.

No me lo podía creer, allí estaba ella de nuevo, en el suelo y recogiendo dos latas de coca cola.

-¿Esta bien, señorita?.- dije tendiendole la mano. Me miró desde el suelo y me asintió susurrando un tímido, sí.
-Madre mía.- dijo ya de pie soltando mi mano.- eres... eres el chico de la playa.
-Creo que sí.
-¡Marie!.- chilló un hombre desde la puerta que daba al patio.
-Mierda.- dijo apurada. El hombre se acercó a nuestra altura.
-Lo siento mucho.- se disculpo él.-por supuesto a las bebidas invita la casa.

La chica asintió, supuse que eso se lo descontarian del sueldo.

-Pero es que ha sido culpa mía.- dije arrugando la parte de la camiseta que se me había mojado.
-¿Ha sido así?.- preguntó el hombre intimidandola un poco. Ella me miró volviendo a pedir disculpas y sin saber que decir. Le asentí en un pequeño gesto.
-Sí, le ha dado a la bandeja mientras yo llegaba.
-Esta bien, en cualquier caso, disculpen las molestias y en seguida les traemos sus bebidas.

Ella respiró hondo y se marchó a por las nuevas bebidas.

-Ve al baño a secarte eso por lo menos.- dijo mi madre. Mi padre me sonrió haciendome un par de gestos para que me fuera tras ella.
-Sí, mejor será.


(Narra Marie)

-Debes tener más cuidado.
-Pero si no fui yo.- me volví a excusar.
-Lo sé, lo sé.- dijo el jefe.- bueno, voy a llevarles las bebidas, ve a la cocina a ver si han preparado sus platos.
-Voy.- dije entrando en la cocina.- ¿están los pedidos de la mesa 52?
-Falta uno, toma, llevate esos dos.

Dejé los platos en la barra y cogí una nueva bandeja. Cuando alcé la vista vi al chico de antes saliendo del baño con la camiseta completamente seca. Recé porque no me viera pero no fue posible.

-Hola.- dijo a mi lado.
-Hola.- dije como pude colocandome bien el pelo al mismo tiempo.
-Siento lo de antes, ¿no te lo habrán quitado del sueldo ni nada, no?
-Pues si no llegas a decir que has sido tu, sí.
-Estonces bien.
-Aha, bueno... creo que tengo que dejarte, se supone que estoy trabajando.
-Claro, no quiero molestarte.
-Creeme que no lo haces.- dije perdida en sus ojos.


(Narra Liam)

-Me alegra.

Vamos Liam, dile algo. No trabajará todo el día, seguro que algo podrá hacer más tarde.

Ya se iba a marchar con los platos de lo que parecía ser el pedido mis padres.

-Marie.- dije repentinamente. Ella se giró y se acercó vigilando un poco por si su jefe volvía a aparecer.- ¿trabajas también esta noche?
-No, salgo a las 8.
-Y, ¿te apetecería hacer algo sin sombrillas y bandejas de por medio?.- empezó a reir.
-Sí, claro que sí.
-Genial, ¿vives aquí no?
-Aha, mi casa está más abajo. Tengo que irme, mi jefe viene.
-¿Te parece bien si a las 8 te acompaño a casa?
-¿Eh?.- dijo algo colorada.- claro, gracias, eh... - no, no le había dicho mi nombre.
-Liam.- dije.
-Gracias, Liam.- dijo esta vez con una sonrisa sincera y marchandose de allí.


(Narra Marie)

Cuanto más miraba el reloj más lentas se me pasaban las horas. Hacía tiempo que no me ponía así de nerviosa por un tio además queria que llegaran ya las 8 y acabara esa tortura.


Dejé el delantar en mi taquilla y me retoqué un poco el pelo antes de salir. Miré mi reloj, las 8 y cinco.

Bajé los tres escalones que daban a la puerta de salida del albergue, él estaba sentado en el últmo mirando hacia la playa.

-Hola de nuevo.- dije sentandome a su lado.
-Ei, ¿qué tal?.- se giró a mí.
-Hecha polvo.- conteste.- pero si sigue en pie lo de acompañarme a casa, estaré encantada.
-Pues claro que sí.- se levantó sonriente, me empezaba a acostumbrar a verle sonreir.
-Mira, ven, es por aquí.- le guié por la única carretera que había hacia practicamente el otro lado del pueblo.

Intenté entablar una conversación decente con él.

-Llevo toda mi vida viniendo aquí los veranos, la de aquí es como mi segunda casa, pero a ti nunca te he visto.
-Es que nunca he venido. Digamos que este año mis padres querían tranquiilidad para sus vacaciones así que hemos alquilado una casa todo el verano.
-¿Cual?.- tan solo había unas 4 o 5 casas en alquiler allí.
-La que hay al salir del albergue en el que trabajas.- se giró y miró a lo lejos de la carretera, ya estabamos al lado de mi casa.- ¿ves esas escaleras?, pues la casa que hay arriba.
-¿En serio?.- dije sombrada.
-Aha.
-Pues casi toda mi infancia la he pasado en esa casa, los que la alquilaban solian ser parejas con niños de mi edad, de hecho todavía mantengo el contacto con una chica.
-Vaya entonces sabes como es por dentro.
-Claro.- dije entrando a mi porche.- es aquí.
-¿Y la casa de al lado?
-De mi tia.
-¿Pueblo tradicional?
-Justo eso.- dije abriendo.
-¿Vives sola?
-Normalmente no, pero este año mis padres no han coincidido en las vacaciones y por primera vez me han dejdo venir sola, por cierto, ¿quieres pasar y tomar algo?

No me había percatado de que él estaba en el humbral de la puerta mientras yo ya había dejado el bolso en la mesa del salón.

-Claro.
-¿Qué te apetece?
-Me da igual.
-Vale, pues siéntate.


(Narra Liam)

Volvió con dos vasos de té helado y una rodajita de limón en ellos.

-Si no te gusta puedo sacar otra cosa.
-No, así esta bien.
-Vale.- se sentó a mi lado.- ¿y vives muy lejos?
-Bastante, en Wolverhampton.- su cara pareció entristecerse un poco, supuse que solo eran cosas mías.
-Entonces procuraré no cogerte mucho cariño.
-¿Eh?.- dije descolocado.
-Me refiero a que me da rabia vivir alejada de mis amigos y esas cosas.
-Ah, entiendo.
-¿Quieres que te enseñe la casa?.- dijo animada dejando el vaso en la mesa.
-Por mí, bien, ¿eres buena guía?
-Has dado en el clavo.-dijo algo nerviosa pero guiñandome un ojo.- me encantaría estudiar algo así.
-¿Hacer tours por casas?.-dije dubitativo.
-No, tonto, guia turística. Ya sabes, viajar.-dijo como si la última palabra sonara enorme.
-Pues si que tienes ganas tu.
-No imaginas cuantas.- dijo levantandose.- bueno.- simuló abrir una puerta imaginaria.- ¡TADAAA!.- rio.- este es el salón.
-¿En serio?.- pregunté muy expresivo.
-Increible pero cierto.

En el salón había dos puertas, una cerrada y otra abierta que daba a un pasillo de lo que parecía ser la cocina.

-¿Y esa puerta?
-La habitación de mis abuelos.
-¿Puedo?.- dije acercándome.
-Claro.- me asintó encogiendose de hombros.

Era una habitación pero con tan solo una mesilla.

-¿Por qué solo una mesilla?
-Siempre ha sido así.- volvió a encogerse de hombros.
-Ah, ¿y tus abuelos tampoco vienen contigo en verano?, no me digas que también trabajan.
-No, no.- sonrió levemente. Al parecer era bastante mona.- mi abuela ha preferido otra casa en la playa, con un familiar y mi abuelo.- su voz se cortó un poco.- murió hace 7 años.
-Oh, lo siento.
-Tranquilo. Ven.- me cogió de la mano y cerró la habitación.- aún queda un trocito de casa.

Cruzamos la cocina hasta llegar a una especie de patio interior.

-Bueno, eso es el baño y lo de allí, mi cuarto. Lo sé, la colocación es muy extraña.- tiró un poco más de mi mano.

En la habitación había dos camas y otra puerta más que daba a otra habitación.

-Parece que van en paquete.
-Sí.- volvió a reir.- bueno y al no estar mis padres logicamente me he adueñado yo de la cama grande.

Salí de su casa sobre las 9 menos cuarto. La verdad es que había sido bastante agradable y por casi una hora me había olvidado de lo aburrido que era ese pueblo.

-Bueno.- dije en la puerta.
-Espero no haberte aburrido mucho.
-No lo has hecho.- dije sincero. Pareció sonreir más que nunca.
-Supongo que ya nos veremos.
-Sí, esto... ¿te apetece ir mañana a la playa conmigo?
-¿Qué?.- tragó saliva.
-Pues eso, a la playa.
-Verás, es que siempre he preferido ir sola. Que no digo que siempre vaya sola.- empezó a hablar deprisa.- pero que yo...
-Entiendo, que no quires venir.
-No.- dijo de pronto.- que allí estoy mejor sola.
-Esta bien, pues hasta pronto.- bajé el escalón para marcharme a casa.
-¡Liam!.- gritó.
-¿Si?
-Que ya que no hacemos lo de la playa, pues... que si te gustaría cenar mañana.
-¿Allí?.- dije refiriendome al albergue.
-No, me refiero a aquí, en mi casa.
-Ah, pues sí.
-Bien.- dejó la puerta abierta y se acercó a mí.- y lo siento por lo otro, de verdad.- me dio un beso en la mejilla y se volvió a meter en casa.- hasta mañana.
-¡Eh!.- grité.
-Si.- abrió la puerta sonriente.
-Que no me has dicho una hora.
-Ups, pues no sé, ¿a las 10?
-A las 10.- confirme.- hasta mañana.


(Narra Marie)

Me metí a casa aun sin creerme mucho lo sucedido. Tenía una cita con ese chico y aún ni si quiera sabía que iba a hacer. No sabía que le gustaba y que no. Uff.

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